A pesar de que sigue siendo un tema que a muchos nos desagrada en demasía, el hecho de invadir la ciudad con publicidades de distinto tipo nos lleva a pensar hasta qué punto podemos soportar la violencia visual dentro de los espacios públicos y lo que debería ser pensado en un principio como un espacio de distensión visual se convierte de a poco en una oda subliminal al consumo voraz.
Es así como Karl Philips, contrariando la idea, ocupa a modo utilitario la publicidad creando espacios nómadas para personas desde la creación de espacios que lleven fuera de si las mismas propagandas que invaden la metrópolis.
Acá más información:
No hay comentarios:
Publicar un comentario